Reflexión de cuarentena: Abril 24 2020 Recordando el ayer.
Recordando
la historia con mis condiscípulos
Así amigos que ahora con mayor razón entiendo la irreverencia y la desenfrenada explosión de dicha manifestada cuando disfrutábamos aquellos instantes que la juventud permitió ofrecernos, convirtiéndose algunas veces en motivo para ser castigados y reseñados sin saberlo, y que, en lo particular, a mí me generó el destierro después de once años de ser parte de esa prestigiosa institución educativa que confería una sensación de seguridad y confianza a nuestros padres.
Doloroso momento, …aún lo recuerdo. No ocultare la verdad. Llore demasiado, esa expulsión me causó un dolor intenso, y no por lo que significaba para mí el sistema educativo o la entidad educativa, me desgarraba el corazón apartarme de mis verdaderos y desquiciados amigos que ese prestigioso claustro permitió proporcionarme.
Escrito el 24 de Abril del 2020.
Comienzo con una aclaración que sería la nota final del articulo: "Escribo esto porque comunicarlo de manera hablada no puedo, he perdido mucho mi voz, se encuentra afectada por una
enfermedad grave de la que estoy seguro lograré recuperarme".
Todos
los tiempos de la vida son significativos, pero al igual que muchos hubo una
época especial que sopesa sobre otras y se convirtió en un recuerdo
imperecedero, las del tránsito escolar, periodo en el que los padres pusieron las
vidas de sus hijos en las manos de instituciones escolares esperando que
hicieran de ellos unas personas útiles para que algún día fueran buenos
ciudadanos.
En
nuestro alocado y algunas veces desfachatado caminar posiblemente tomamos
caminos inciertos y oscuros que indicaban no conducirnos a la meta del bien tan
esperada y anhelada, pero nada fue en vano, al menos sucedió con mi vida, todo lo
experimentado fue aprendizaje, el tiempo me enseñó a valorar la vida, a respetar
a mis semejantes y a comportarme con toda la decencia posible dentro del marco
de los principios y valores, además, sembró algo que se llama aprecio de los
amigos, entre ellos ustedes, mis condiscípulos.
Tuvimos
una pubertad en la época de cambios donde las preguntas superaban las
respuestas, un tiempo alocado matizado por el rocanrol y las largas melenas de
aquellos hippies mal llamados “desadaptados, o rebeldes sin causa”. Si, fuimos
de esa generación, en la que leíamos libros censurados y manifestábamos
identificarnos con teorías raras algunas veces semi izquierda y otras veces
existencialistas. Al menos yo era así, si acaso lo recuerdan.
Muchos
de nosotros por esas acciones atrevidas hicimos enfadar demasiado a nuestros
padres y también a los maestros, fumamos marihuana, nos dejamos crecer el pelo y
exhibíamos con orgullo esa primera barba creyendo que el aspecto desagradable
era la expresión de una causa que no teníamos clara, pero nos marcaba como diferentes
y rebeldes.
Regaños,
castigos y hasta correa me gané cuando decidí desteñir los jeans y
deshilacharlos, a la vez que compré iris para tinturar las camisetas para
decorarlas con ruedas descoloridas y símbolos de paz con los que me
identificaba usando como instrumentos una cabuya o el cordón del zapato.
Tiempos
aquellos que quedaron grabados en mi memoria, aún recuerdo ese sentimiento que
me producía asumir la postura bohemia sentado en el parque con un libro en la mano,
la cañita de ron en mi mochila y un cigarrillo pielroja.
Tomé
importantes decisiones, entre ellas mandar al carajo todos los
convencionalismos y lanzarme a estudiar filosofía alternada con mi pasión por
las tablas haciendo teatro al estilo Ionesco, y dedicando mis noches a pintar
con oleos, carboncillo y escribir pensamientos y poemas que aún conservo y que
dieron origen a uno de ms libros.
Tuve
la oportunidad de recorrer Colombia a dedo, si, hice “auto stop” porque con
este nombre se le da más prestigio a la osadía de largarse de casa y exponerse
al mundo. En aquel tiempo, el año 79 con solo $ 900 que, aunque era el salario
mínimo de una semana de trabajo rural, no alcanzaba para mayor cosa.
Recité
poemas en la plaza pública, tendí una tela y cartón en los andenes para vender
llaveros de resina y otras artesanías.
Puedo
decir que de cerca conocí la caridad, lógicamente, por la mano de personas pobres
que compartían lo poco que tenían con el que la necesitaba, en esos momentos yo
era uno de ellos.
Fui
acosado, ignorado y humillado por personas que gozaban del privilegio de
pertenecer a una buena posición social con capacidad económica, y que habían
aprendido a cultivar una actitud displicente y arrogante.
En
mi ajetreado caminar en
busca de una verdad y un motivo, me reencontré con aquella chica que ya había
despertado mariposas en mi vida, por fin, mi polo a tierra. Desde que le conocí
hasta que nos casamos pasaron 10 años en los que me desconectaba y reconectaba
nuevamente con una serie de ideales, utopías y formalismos convencionales de
una sociedad absorbente que lo que más sabe es censurar, juzgar y doblegar
voluntades.
Han
pasado 35 años desde que me corté el cabello y decidí rasurarme para ponerme un
traje de smoking y llevarla al altar donde le declaré mi amor comprometiéndome
a que la haría feliz hasta que la muerte nos separe, ceremonia amenizada por
otro soñador de locuras similares a la mía, Fernando José Abadía a quien
recuerdo con mucho cariño.
Con
mi chica de esos tiempos hemos logrado construir un lindo hogar en una relación
estable con todos los altibajos propios de una convivencia, pero que no logran ser
razón para arrepentirnos por decisiones tomadas en tiempos pasados.
Dios,
ella y la vida misma me han dado la dicha de hacerme padre de dos hijos de
quienes me siento orgulloso por lo que son y lo que han logrado, y lo mejor, es
que aprendieron lo más importante que siempre quise darles, un buen ejemplo que
se refleja cuando ellos también han decidido formar sus hogares fortalecidos en
el amor, la alegría y el respeto, dándole más importancia que a tener una fría
y lujosa casa con piso en porcelanato.
Mi
vida productiva la dediqué a dar conferencias de motivación y a realizar procesos
educativos combinados con la publicidad y el mercadeo, aprovechando mi facultad
y capacidad impetuosa para trasmitir y hablar ante cientos y miles de personas
como también de mi habilidad idealista y soñadora, por lo que pude así ganarme
el sustento y educarles, permitiéndome recorrer el país entero y cientos de
regiones.
Era
muy regular escuchar: “Tienes un don y una capacidad admirable: tu voz, la
actitud, la fuerza física que permite transmitir, pero ante todo la maravillosa
capacidad de tocar corazones”
El
amor por la vida, mi pensamiento diferente y la capacidad de transmitir fueron
el insumo principal de mi negocio que me permitió plantearme un ocaso con
cierta tranquilidad, siempre esperada.
En el andar de mi vida cumplí otros sueños, he editado 3 libros, el primero, una edición corta en la que recopilé mis poemas y pensamientos de los años 70; el segundo de carácter empresarial de manera alegórica presento experiencias de las consultorías con el objetivo de orientar a los emprendedores; y el último, mi primera novela, que ha tocado muchos corazones y que hoy, con esto que vivimos, la pandemia y cuarentena, llega como añillo al dedo: “Creí haber vivido”, una historia que nos hace cuestionar sobre aquello que realmente es importante en la vida: El sentido que tiene la vida.
En el andar de mi vida cumplí otros sueños, he editado 3 libros, el primero, una edición corta en la que recopilé mis poemas y pensamientos de los años 70; el segundo de carácter empresarial de manera alegórica presento experiencias de las consultorías con el objetivo de orientar a los emprendedores; y el último, mi primera novela, que ha tocado muchos corazones y que hoy, con esto que vivimos, la pandemia y cuarentena, llega como añillo al dedo: “Creí haber vivido”, una historia que nos hace cuestionar sobre aquello que realmente es importante en la vida: El sentido que tiene la vida.
Pero
nada está escrito con tinta indeleble, y por más que tengamos planes a futuro,
las cosas pueden cambiar su rumbo, inclusive la vida misma cobra su factura más
si tuvimos algún tipo de abuso. El año anterior me diagnosticaron EFISEMA y
EPOC, algo que se suma a mis problemas cardiacos, pero lo peor, es que hoy tengo
mucho tiempo afectada de manera severa la voz, además de estar debilitada no
puedo sostener una conversación por mucho tiempo.
Sigo
siendo emocional y por ende esto me causa cierta tristeza y algo de angustia, pero
tengo claro que no permitiré que esto se convierta en un freno del resto de mi
vida, los sueños y la vida continúan y aunque aparezca un nuevo camino de
carácter incierto y complicado, me obliga a virar para hayar la manera de
sortearlo, algo para lo que estoy dispuesto y preparado, más, con todo lo que
he aprendido. Debo seguir adelante igual como lo hace el agua cuando se le
interpone un obstáculo, no se detiene, simplemente los rodea y busca un nuevo
cauce.
No
siempre se vive como se quiere, y eso es lo que en estos tiempos de cuarentena
estamos reaprendiendo, no porque hoy estemos limitados a hacer lo que siempre
hacíamos. Lo mayor reflexión radica es que ahora posiblemente nos damos cuenta
de que actuábamos y vivíamos no como queríamos, es decir, la vida que
llevábamos era una rutina sin sentido. Es como si se actuara y viviéramos por
reflejo, por un impulso que alguien dio a nuestras vidas, y que no sabemos
quién lo hizo y porque lo aceptamos.
Corrimos
mucho para conquistar títulos, rangos, cargos y llenarnos de cosas que ahora no
tienen valor alguno, gastamos demasiado tiempo de nuestras vidas para atender personas
por las que no teníamos mayor simpatía pero que la vida social nos exigía
hacerlo, dejando de lado a esos seres queridos que en estos momentos añoramos y
deseamos tener cerca para abrazarles.
Llegamos
a ufanarnos y sentirnos poderosos por el carro que estrenamos y por la
adquisición de bienes que tenemos despertando envidias, y que ahora lleva
varios días parqueado y no nos sirve para nada, ni siquiera para descansar
dentro del mismo.
Algunas
veces nos enfadamos porque alguien causó daño a uno de nuestros preciados
bienes, o porque se atrevió a desafiar nuestra autoridad o rango.
Eso
confirma lo equivocados que estábamos: La mayor riqueza no es lo que tengamos o
tuvimos, es algo más, es el disfrute de la vida misma en compañía de seres
especiales, seres amados y queridos, aquellos que creemos que vamos a tener por
siempre, pero que ahora la situación nos indica que quizás más allá del ahora,
nunca lo sabremos.
No
es lo material, hay algo que es más espiritual y emocional, porque si fuera
solo aquello que podemos medir por volumen, peso y costo, no necesitaríamos lo
que ahora añoramos, la compañía de personas amadas, la voz del amigo, la
oportunidad de sonreír junto a alguien o de reír a carcajadas con aquellos que
así digan cosas sin sentido, tienen esa capacidad de alegrarnos el momento.
La
vida son instantes para disfrutar un ocaso pasando nuestro brazo por el hombro
de una persona que amamos, es el placer de compartir en silencio un buen
momento con un ser amado, es la oportunidad de decir un te quiero.
Llegamos
a creer que el statu quo era una meta y que la riqueza material un objetivo,
pero ahora se confirma mi visión manifestada en el libro “Creí haber vivido”, título
que deriva de otra manera de decir “Cuando nos damos cuenta que la vida que se
llevó fue toda una mentira”.
Era
más real el mundo imaginario de Alicia en el país de las maravillas, que el
nuestro, al menos ella fue feliz y creó los motivos que le llenaron de ilusión
y le mantuvieron en una actitud mental positiva, no como la que han
experimentado cientos de personas amargadas y malhumoradas que aprendieron a
sonreír solo cando les conviene, sin actitud y emoción por la oportunidad de
tener un nuevo día.
Ahora
es un momento apropiado para mirarnos al espejo entendiendo que el reflejo de nuestra
propia imagen es tu persona de forma opuesta, la izquierda a la derecha, y la
derecha a la izquierda, lo que nos muestra una realidad dual, sin saber cuál de
las dos imágenes es la verdadera.
Llegamos
a creer que teníamos la vida comprada, que duraríamos muchos años, pero hoy no
sabemos que puede pasar con nosotros o con nuestros seres queridos, así que, es
hora de tomar importantes decisiones y hacernos las preguntas, ¿He vivido
realmente? ¿Ha tenido sentido mi vida? Lo poco o mucho que me queda, ¿cómo
quiero vivirlo? ¿Qué cosas importantes he dejado de hacer y como buscaré
hacerlas así sea en cuarentena? ¿Qué tengo pendiente en mi vida? ¿He declarado
mi amor, soy sincero con mis sentimientos?
Llegó
el momento de ser sabios y dejar lo soberbio, de hacernos más humanos y dejar
de lado lo robotizados y el predominio de nuestro cerebro reptiliano.
Así amigos que ahora con mayor razón entiendo la irreverencia y la desenfrenada explosión de dicha manifestada cuando disfrutábamos aquellos instantes que la juventud permitió ofrecernos, convirtiéndose algunas veces en motivo para ser castigados y reseñados sin saberlo, y que, en lo particular, a mí me generó el destierro después de once años de ser parte de esa prestigiosa institución educativa que confería una sensación de seguridad y confianza a nuestros padres.
Doloroso momento, …aún lo recuerdo. No ocultare la verdad. Llore demasiado, esa expulsión me causó un dolor intenso, y no por lo que significaba para mí el sistema educativo o la entidad educativa, me desgarraba el corazón apartarme de mis verdaderos y desquiciados amigos que ese prestigioso claustro permitió proporcionarme.
Creo
en el poder de Dios y la fuerza de voluntad que me permitirá superar estas
nuevas dificultades, esperando tener la dicha de saber y preferiblemente
compartir nuevamente un espacio con ustedes y recordar esos momentos llenos de
vida, hoy en un cuerpo algo cansado.
Para
ustedes y sus familias, Dios les proteja y les permita en estos inciertos
momentos de cuarentena donde abrazamos una esperanza con una realidad latente
que nos amenaza desde afuera, para tomar las mejores y más serias decisiones
que a nuestra edad debemos plantearnos.
Escrito por Tito González S., Abril 24 del 2020
Me ha conmovido tu testimonio y tu estado actual y quiero expresarte que desde pretéritas épocas a las que aludes cuando te conocí en las aulas, no ha cesado mi admiración por ti, por tus pensamientos, tu actitud frente a la vida, tu libertad para ser tu mismo, tu valentía por conocerte y enfrentarte contigo, para que esa vivencia fuera el soporte ahora condensado para disfrutar tu auténtica y feliz vida. Quisiera leer tus obras. Desearte que te recuperes bien y pronto. Recibe mi afecto que permanece intacto de las aulas de la calle 5a en Cali ve.....abrazo solidario amigo Tito
ResponderBorrarTenemos una historia de los mejores ,época añorada,las primeras noviecitas , Aquel grupo con Memeto ,Miguel ,Emiliano etc.
ResponderBorrarTenemos un pendiente.
Estoy con el comentario de
Don Juan buen amigo,que te mejores.Recibe un fuerte abrazo.
Viejo Tito, las experiencias vividas en esos tiempos difíciles de nuestra juventud nunca se olvidarán. Después de este testimonio que relatas me llegan a mi cabeza mucho recuerdos de los momentos que compartimos, en especial uno cuando nos bajabamos de la blanco y negro, en roaster y nos tomábamos una cerveza antes de irnos para nuestras casas. Son muchos.
ResponderBorrarHabrá tiempo para recordar muchos más momentos, por ahora a cuidarse pará salir adelante de las circunstancias adversas y poder cuidar a la nieta. Un abrazo sincero