Un regalo especial para la madre.
—Yo le voy a
regalar a mi mamá un reloj de oro, me imagino como se va a sentir, pues ella
hace mucho lo ha estado deseando. —Dijo Alberto.
—En cambio, yo
le voy a regalar un viaje para que se vaya a visitar a su hermano que vive en
el exterior y que no lo ve hace como dos años, —Dijo Miguel.
Y así el grupo
de altos ejecutivos comentaban lo que le regalarían a la mamá el famoso día de
la madre, pero Jaime, una persona del grupo, muy callada y de gustos raros,
según sus compañeros, aun no hablaba, así que con malicia burlesca le
preguntaron: —¿Y usted que va regalar el día de la madre?
—Nada de esas
cosas costosas de las que ustedes están hablando, yo no lavare mi consciencia
regalando artículos que el único valor que tienen es el precio que por ello
pagaron. Yo creo que hay cosas más importantes para dar, por ejemplo: Un beso
lleno de amor con una palabra llena de candor: “Te amo”. —Respondió a la espera
de burlas como era lo más frecuente.
En vista del
silencio largo que pudo generar, continuó diciendo: —Yo tan solo le voy a
confirmar lo mucho que la quiero y lo importante que ha sido para mí en mi
caminar por la vida: además, voy a aprovechar ahora que aún la tengo viva, para
pedirle perdón por todos aquellos momentos difíciles que pude causarle en su existencia,
cuando ella hacia su mejor esfuerzo para ayudarme a crecer y a ser mejor hombre,
lo que por fin logro, con el ejemplo de cariño que supo darme.
—Pues ella, a
pesar de los momentos difíciles que pasó en la vida, a pesar de mi grosería
juvenil y mi antipatía cuando me creí señor, nunca dejaba de quererme y siempre
estuvo ahí, dispuesta a darme el apoyo necesario cuando yo manifestaba
debilidad y necesitaba de un pilar fuerte que solo lo puede conceder una madre.
—Yo tan solo le
voy a dar gracias por todo lo que supo darme; con inmenso amor me dio parte de
su vida, y ahora logro entender que inclusive cuando estaba enferma, superaba
sus dolencias para atender mis problemas y dificultades. Por mí, desgastó su
vida, se trasnochó esperándome en aquellas épocas de mi desenfrenada locura, se
sacrificó en sus gustos por conceder los míos, me defendió de otros chicos y
fue mi abogada inclusive ante mi padre, y a pesar de lo que injustamente yo le
hacia, ante sus amigas y demás personas sacaba la cara por mi sin perder la
esperanza que yo algún día podría enderezarme.
—Por eso amigos
míos, en este día no le doy reloj de oro, ni tiquetes para largos viajes, pues
es un día para ser agradecidos, no para limpiar nuestra consciencia regalándole
cosas que aparentemente significan mucho, pero que en verdad son vacías por que
no llevan impreso el sello del amor verdadero.
Los amigos se
quedaron en silencio, nadie de él pudo burlarse, comprendieron toda la
profundidad de su filosofía de la vida, la cual tenía más sentido que todas las
cosas del mundo, que ellos pudieran comprarles a sus madres en ese memorable día.
Autor: Tito González S.
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