Influencer en la familia a través de los tiempos


Aprender es algo que se hace desde que se nace, y la primera forma de aprendizaje es la observación y por ende la imitación.

El sentido de imitación esta incrustado en el ADN de los seres humanos manteniéndose de manera permanente, por toda su vida, teniendo mayor relevancia en la etapa infantil y juvenil.

Sin temor a equivocarnos, se puede afirmar que los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les indica, ellos imitan modelos de conducta y de comportamiento.

El marketing moderno puso de moda la palabra “influencer” haciendo referencia a las personas que son creíbles par ciertos grupos, es decir, que se han convertido en modelo de conductas y de preferencias, por lo que tiene cientos, miles y millones de seguidores, siendo usados con fines comerciales más en las redes sociales.

Así que un influencer no es más que un influenciador, dicho de otra forma, una persona que es creíble, emulado y que se convierte en modelo para ser copiado y seguido.

Siempre los principales influencer de los niños han sido los padres y el grupo primario más cercano: familiares, parientes, amigos próximos de la familia y los vecinos. Son ellos, quienes conscientes o no, empiezan a intervenir de manera intencional o involuntaria en el proceso formativo de los niños, incidiendo en la forma de pensar, las creencias, el carácter, la actitud, los principio y valores y hasta en la forma de manejar y expresar las emociones.

Nos es familiar algunas películas y la historia narrada por el propio Marcos Rodríguez Pantoja, quien a muy temprana edad fue criado por una jauría de Lobos en el sur de España, quien narra haber adquirido costumbres y conductas propis del grupo que consideraba su familia, viviendo con ellos por más de 10 años.

Aprendió a comunicarse por aullidos, a consumir hierbas y carnes al igual que lo hacían los lobos, y a comportarse como uno de ellos.

Un niño no nace socializado, eso lo aprende de sus padres, y en la vida diaria es algo demasiado evidente, cuando observamos niños y jóvenes de diferentes regiones y grupos sociales, quienes tienen comportamientos, gustos, modales y hasta conductas muy específicas de sus grupos.

El idioma y la manera de hablar, al igual que los gustos, las preferencias, los temores y la misma valentía o la osadía son aprendidos, nada de eso viene con el nacimiento. Si un niño nace entre un grupo de personas con limitaciones auditivas y que por ende no hablan, el niño aprende su lenguaje de señales y no aprenderá a hablar, así no tenga ningún tipo de afectación que se lo impida.

Eso nos indica que toda la vida han existido los influencer, que también pueden ser personalidades públicas, actores, personajes de ficción y personas que de alguna manera son importantes para los niños y jóvenes, haciendo de ellos el modelo a seguir.

Sin más explicaciones, queda claro que los niños son como una esponja que absorbe de su entorno principal, haciendo una premisa la afirmación: “los niños aprenden lo que ven, lo que oyen y lo que hacen los mayores”, sus padres principalmente y todo ese grupo de crianza que los rodea en su primera y segunda infancia.

Así que, la educación más importante que recibe el ser humano se da a través del ejemplo, siendo entones la principal responsabilidad como padres.

Conocemos el adagio popular “de tal palo, tal astilla”, que hace referencia al aprendizaje por imitación de aquellas personas que son sus modelos a seguir.

Para un niño, mientras no se le maltrate ni se le asuste, el papá y la mamá así no sean las mejores personas por sus comportamientos y costumbres, sean adecuadas o inapropiadas, inclusive independiente a que tengan o no algún tipo de vicio, manía u otra conducta reprochable, para el infante, ellos son lo máximo, son los mejores, y desde esa edad empiezan a emularlos. 

Queda entonces un compromiso: cuida de tus palabras, de tus comportamientos, de tus hábitos y de todo aquello que muchas veces se hace de manera automática, inconsciente y por inercia, porque si es indebido, inapropiado, inadecuado y en general no es lo correcto, una vez sea visto por sus hijos, ellos querrán hacerlo.

Tito González S
25 04 2020

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